A propósito de la celebración del día de la bandera, al cumplirse 200 años de la muerte de Manuel Belgrano

A propósito de la celebración del día de la bandera, al cumplirse 200 años de la muerte de Manuel Belgrano

Queremos compartir con la comunidad del CRUB unas breves reflexiones alrededor de este nuevo 20 de junio, día de la Bandera.

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La fecha remite al día en que, en 1820, Manuel Belgrano falleció en Buenos Aires luego de una grave enfermedad. Solo y en la más absoluta pobreza dicen los manuales escolares, se trata de una conmemoración que requiere solemnidad. Aunque mejor es rescatar la alegría de su lucha, imaginemos esos momentos, cuando ve a su bandera ondear por primera vez a la vera de un río marrón con cientos de soldados saludándola, cuando reconoce sus ideas en las ideas de otros, cuando un 9 de julio, de tardecita, se firma el acta de la independencia.

Manuel Belgrano es uno de los fundadores de nuestra Argentina, tal vez con un perfil diferente al de otros hombres y mujeres que han tomado parte en ese proceso, un tipo de perfil bajo, que hizo lo que había que hacer. No tenía el carisma ni la experiencia militar de San Martín, ni la contundencia en la palabra de Castelli, ni el empuje de Moreno, pero supo compensar todo eso con su constancia e inteligencia para emprender desafíos inmensos, por ejemplo, el de mover a todo el pueblo de Jujuy, dejando tierra arrasada al invasor.

Participó en los hechos de mayo de 1810, fue, junto con Mariano Moreno, Juan Castelli y tantos otros, uno de los impulsores de nuestra independencia, uno de los ideólogos de la misma, que finalmente se cristalizó en julio de 1816.

Hay que leer los escritos de Belgrano en los que queda explicita su forma de pensar, su aliento al desarrollo de la educación, las industrias y las artes del país, su proyecto de nación, independiente de cualquier otra nación del mundo.

Está su accionar como militar, siendo abogado, que lo llevó a encabezar distintos ejércitos sin la formación que los militares de carrera tenían y por lo cual a veces estos no lo respetaron, pero que no fue impedimento para dar batallas que se perdieron y batallas que se ganaron. El balance fue al cabo positivo, sus acciones se reconocen hoy.

Decíamos que hizo lo que había que hacer y sería necesario resaltar o recordar dos o tres de sus acciones determinantes, que definieron el futuro de gran parte de nuestro territorio y nuestro ser. Ya mencionamos el éxodo jujeño, pero también fue un desobediente oportuno.

Fue desobediente en Tucumán, cuando el gobierno central le ordenó retirarse y él decidió quedarse, decidió pelear esa batalla un 24 de septiembre de 1812. Esa desobediencia salvó a Argentina de perder la región del noroeste a manos de los realistas, en esa especie de frontera oscilante que se movía cientos de kilómetros por la suerte de una batalla. Ese territorio en el que también peleó y murió otro de los imprescindibles hombres de nuestra historia, Martín Güemes.

Fue desobediente cuando decidió, en contra de lo ordenado por el siempre conservador gobierno central de aquella época, hacer ondear la bandera que él creó, allí en las barrancas del Paraná, creando un hecho simbólico fundante: nuestra bandera, nuestra escarapela, tienen los colores celeste y blanco, no los de la enseña española. Somos otra cosa, por ende, necesitamos identificarnos. La bandera sirve para orientarse en la batalla, pero más importante, sirve para identificarse y pertenecer en la paz.

En estos tiempos actuales, vale rescatar la figura de hombres como Manuel Belgrano, no solo por las batallas, las ganadas o las perdidas, y su incansable trajinar por el territorio de la naciente y endeble patria argentina, allá por el primer tercio del siglo 19. Hay que reconocer y rescatar por sobre todo por su compromiso con las ideas y la búsqueda de una patria para todos y todas, con pueblos prósperos basados en su educación, su laboriosidad y su industria. Fue uno de los tantos argentinos que se puso a disposición de los intereses de la Patria, pero no de manera irreflexiva. Se le requirieron empresas y sacrificios superiores y él los aceptó sin dudar. Cuánto de ese ejemplo hay reflejado, en estos días de pandemia, en gran parte de nuestra gente, cuán necesario es ese concepto de “ponerse a disposición” para lo que la situación requiera para hacer real esa frase: nos salvamos entre todos, entre todas, o no nos salvamos.

Porque es necesario, es imprescindible conocer nuestra historia y sus hombres y mujeres en su justa dimensión, para revalorizar fechas que no queden solo en feriados, quisimos compartir estas breves reflexiones, agradeciendo aportes y lectura crítica de Laura Méndez, profesora de la Carrera de Historia.

Marcelo Alonso, Decano UNCo Bariloche (CRUB)

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